Colegio Sagrado Corazón Arequipa

BIENVENIDA

Reciban un saludo de Luz y Verdad

El colegio Sagrado Corazón abre sus puertas invitándolos a formar parte de nuestra familia dominica compartiendo con ustedes una propuesta de excelencia académica, enriquecida por nuestra pedagogía de “Luz y Verdad”. En nuestro colegio nos formamos en virtudes, lo que nos permite dar lo mejor de nosotras mismas, con todas nuestras fuerzas, buscando siempre hacer el bien. 

El esfuerzo de nuestros padres y de todos los maestros permiten nuestra formación competente y virtuosa haciéndonos responsables en la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria. Todas, con alegría, cumpliremos con nuestras metas y objetivos.

Nuevos retos, sueños por cumplir, y la oportunidad de vivir nuevas aventuras, siempre acompañadas por maestros dominicos con vocación de servicio que nos educan con amor.

Nuestra Identidad

Somos una Institución Educativa Católica privada regentada por la congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción, que brinda una educación integral y de calidad, desde la “Pedagogía de Luz y Verdad” en los niveles Inicial, Primaria y Secundaria; partiendo del trabajo organizado de agentes educativos líderes, fortaleciendo la participación familiar responsable, con el uso de tecnologías de vanguardia y con una infraestructura moderna. Formamos estudiantes competentes y virtuosas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria.

Ser al 2024 una Institución Educativa Católica acreditada a nivel internacional, que fortalece constantemente su liderazgo y calidad; brindando una “Educación en virtud”, formando integralmente estudiantes dominicas líderes con excelencia académica, competentes y virtuosas, capaces de responder a las exigencias y desafíos de su tiempo. Estudiantes comprometidas con la construcción de una sociedad más justa y solidaria; contando con infraestructura moderna y empleo de tecnología avanzada.

Responsabilidad

Responsabilidad

Consiste en reflexionar, asumir y valorar las consecuencias de sus actos, cumpliendo con sus obligaciones, poniendo cuidado y atención en lo que hace y decide.

Orden

Orden

Es la recta disposición de las cosas y es la virtud que nos lleva a poner cada cosa en su lugar, a distribuir correctamente el tiempo y nuestras actividades.

Respeto

Respeto

Reconocer y tener presente de manera habitual la dignidad de las personas, aceptando las limitaciones ajenas y reconociendo las virtudes de los demás.

Gratitud

Gratitud

Valorar los dones recibidos de Dios, buscando corresponder a estos dones aprovechándolos, desarrollándolos y poniéndolos al servicio de los demás.

Obediencia

Obediencia

Asumir y cumplir, de manera consciente, las indicaciones, reglas u órdenes, con la certeza de que hacerlo nos ayuda, protege y se orienta a nuestro bien y el bien común.

Fraternidad

Fraternidad

La fraternidad nos convoca a ser solidarios con el prójimo, en especial con los más pequeños e indefensos, a amarlos como a uno mismo, con el mismo corazón de Jesucristo.

Nuestra Historia

Nuestro colegio surge en la historia concreta de Arequipa como un colegio de la Iglesia Católica, creado el 20 de abril del año 1947 con R.M. 4081, inaugurándose en el local de la calle Misti Nº 122, distrito de Yanahuara en la Quinta Ricketts, por las religiosas del Sagrado Corazón.

Por los años 1950-1960 se incrementa el nivel secundario, autorizado con R.M. 3708 de fecha 12/05/1952 pero ya funcionando en la Avenida Ejército 1009.   

En el año de 1978, el colegio pasó a formar parte de las obras de la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción, desde ese año a la fecha se han educado miles de jóvenes arequipeñas bajo el carisma de Predicar la Verdad y Portar la Luz de Cristo.

El año en que las madres del Sagrado Corazón y nuestras madres Dominicas inician el diálogo, para trasladar la razón social del colegio, de esta forma el Colegio Sagrado Corazón (Sophianum) seguiría funcionando bajo la promotoría de las hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción, convirtiéndolo en unos de los colegios más prestigiosos de nuestra localidad. Cómo no mencionar a las hermanas Trinidad Padilla, (nuestra primera directora dominica), Azucena Sevillano Cubas, Elena Gonzales, Elizabeth de la Cruz, nuestra siempre recordada y querida madre Edith de la Cruz Cuzcano en cuya gestión se adquiriría este terreno, las hermanas Hossana Johanson, Armida Arellano Yacila, bajo cuya dirección en el año 2009 nos trasladaríamos a este local; que hoy es un conjunto de singular belleza, armonía y modernidad que responde a los cánones que exige una pedagogía renovada y que aprendimos amar. Luego vendría la hermana Karla Cabrejos Zapata y hoy, la hermana Olivia Marín Vásquez, nuestra actual directora, que tiene la ardua misión de seguir velando y engrandeciendo nuestra casa de estudios.

El presente año 2024 cumplimos 77 años al servicio de la educación en el Perú, educando desde la pedagogía de Luz y Verdad, siendo una de las instituciones educativas de mayor prestigio de la ciudad de Arequipa.

Nuestra Espiritualidad

Somos herederos de un carisma: “Predicar la Verdad y Portar la Luz de Cristo”, el mismo que fuera entregado por el Espíritu de Dios a nuestra madre fundadora Eduviges Portalet, sierva de Dios, quien en 1869 fundase la congregación de Hermanas de la Inmaculada Concepción.

Podemos decir de nuestra fundadora que fue una mujer de fe, siempre de pie, aun en medio de la oscuridad dando testimonio del crucificado. Desde el inicio de la fundación, la claridad respecto a lo que Dios le pedía sobre su obra se traducirá en su búsqueda de salvar almas a través de la educación, devolviendo la dignidad a los más necesitados, a aquellos privados de luz, característica que acompañará la experiencia espiritual de nuestra fundadora, de quien se dirá que fue una maestra excepcional. Ella escribirá: «Comencé a enseñar a mis pequeños los elementos de la lectura, del catecismo y una cantidad de cositas, que los hacían amables y encantadores».

La espiritualidad dominica es asumida por nuestra congregación desde el año 1884, fecha en la que nos afiliamos a la Orden de Predicadores fundada por Santo Domingo de Guzmán.

Nuestra espiritualidad nos permite contemplar la realidad desde los criterios de la Luz y la Verdad, reconociendo las oscuridades del mundo y del hombre, buscando iluminar toda realidad con la Luz de la Verdad que es Cristo.

La confianza en la Providencia Divina será siempre la nota distintiva de nuestra espiritualidad, a ejemplo de la fundadora quien siempre que tenía que tomar una decisión, recurría al Santísimo para de rodillas expresar su confianza absoluta en la bondad de Dios Padre Providente y la intercesión de María Inmaculada, a quien consideraba superiora de la congregación.

Nuestros Fundadores

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

Nació en Caleruega (España), alrededor del año 1170. Su padre, Félix de Guzmán, noble acompañante del Rey y su madre Juana de Aza, fueron padres ejemplares y de profundo amor a Dios y a la Santísima Virgen María. A los 6 años de edad Domingo recibe educación de su tío que es Sacerdote; al cumplir los 14 años de edad viaja a Palencia para realizar Estudio General de artes liberales, es decir, todas las ciencias humanas y sagrada teología; el joven Domingo se entregó de lleno al estudio de la teología. Eran tiempos de continuas guerras, de pronto una gran hambre sobrevino a toda aquella región de Palencia. Domingo se compadeció profundamente de los pobres y les fue entregando sus pertenencias. Llegó el momento que solo le quedaba lo que más apreciaba, sus libros. Entonces pensó: "¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas (pergaminos), cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?". Entonces vendió sus libros para aliviar en algo el hambre de la gente; con este noble acto, Domingo conmovió a la ciudad de Palencia de manera que se produjo un gran movimiento de caridad para ayudar a los más pobres que morían de hambre. A los 25 años Santo Domingo fue ordenado sacerdote, siendo designado luego a trabajar con el Obispo de Osma. Poco tiempo después, (1203), el Rey Alfonso VIII le pidió al Obispo de Osma, que viaje a Dinamarca para coordinar y arreglar el matrimonio de su hijo Fernando con una dama, perteneciente a la nobleza de Dinamarca. El Obispo aceptó tal pedido y como compañero de viaje llevó a Domingo. En ese viaje nuestro Padre Santo Domingo quedó preocupado al constatar cómo la gente era engañada y alejada de la Verdad de la Fe, a causa de las mentiras de los herejes (los cátaros, albigenses, valdenses). Por ello Santo Domingo en 1207, con algunos compañeros, entre ellos el Obispo de Osma, se entregó de lleno a la vida apostólica, Predicando la “Verdad de la palabra de Dios”, viviendo de limosnas, que diariamente mendigaba, renunciando a toda comodidad, caminando a pie y descalzo, sin casa ni habitación propia en la que retirarse a descansar, sin más ropa que la puesta, pues su única riqueza siempre fue Cristo. En efecto, comprendiendo la necesidad de instruir a aquellas gentes que caían en las herejías, determinó fundar la Orden de Predicadores, dispuestos a recorrer pueblos y ciudades para llevar a todas partes la luz del Evangelio. Santo Domingo fue ejemplo de sencillez, humildad, honestidad y ferviente predicador de la Palabra de Dios. Fue además un gran amigo de San Francisco de Asís, con quien compartía el profundo amor a Dios, a la Virgen María y al prójimo. Murió en Bolonia, rodeado por los frailes el 6 de agosto de 1221 a quienes antes de morir les pidió ejemplo de Obediencia y comunidad. Fue canonizado por Gregorio IX en 1234. El Papa dijo: "De la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo".

MADRE EDUVIGES PORTALET
SIERVA DE DIOS

Nació el 3 de diciembre de 1826 en la ciudad de Lyon (Francia) y fue bautizada a los tres días de nacida con los nombres de Francisca Genoveva Eduviges. Sus padres, Gastón Portalet, abogado de la Corte Real de Lyon y Zelié Eleonore Couturier, tuvieron dos hijos más, Gastón y María, a quienes cuidaron y educaron con gran cariño y esmero. Hasta que un gran dolor invadió el corazón del Sr. Portalet y de cada uno de sus hijos; a causa de la repentina muerte de su esposa. Acontecimiento que la pequeña Eduviges tuvo que aprender a sobrellevar, cuidando de cada uno de sus hermanitos menores. A los 12 años de edad, Eduviges recibió su Primera Comunión, siendo alumna de las religiosas Ursulinas de Villefranche. Este primer encuentro con Jesús dejó en su alma indelebles huellas y desde allí no suspiró sino por el Divino Esposo a quién le consagró su virginidad. En noviembre de 1862 ingresó a la Congregación de «Hermanas de María Inmaculada» de reciente fundación en Marsella. Tomó el santo hábito en la noche de Navidad, al mes de su ingreso, siendo nombrada posteriormente, maestra de novicias. El 25 de junio de 1866, fue designada para fundar un instituto para niños ciegos en Toulouse, del cual sería ella la superiora. Los comienzos de esta fundación como toda obra escogida por Dios, tuvo grandes pruebas que Madre Eduviges Portalet soportó con gran espíritu de fe, amor y sacrificio; ella se abandonó a la Divina Providencia y no deseó sino hacer en todo la voluntad de Dios. En esta gran misión, contó con el valioso apoyo de madre María Francisca Lohier, considerada como Cofundadora de nuestra Congregación. Madre Eduviges, junto a las hermanas enseñaban a los niños ciegos, no solo a leer y escribir con el sistema braille, sino que educaban y formaban su corazón en el amor a Dios y al Prójimo, descubriendo y fortaleciendo en ellos sus habilidades artísticas y preparándolos para ser buenos cristianos y ciudadanos. Madre Eduviges conoce al Padre Jacinto María Cormier, de la Orden de Predicadores y a él le confía su gran deseo de afiliar su joven familia a esta Orden Gloriosa. Sueño que se hizo realidad el 8 de diciembre de 1884, festividad de la Santísima Virgen, Patrona de la Congregación. En este día la congregación quedó afiliada a la Orden Dominicana. Algunos años después Madre Eduviges recibió constantes peticiones para una fundación en el Ecuador (América), para atender a enfermos de Lepra en Cuenca. Envió a seis de sus religiosas que después de larga travesía, llegando a tierras americanas el 14 de julio de 1889, instalándose en Cuenca (Ecuador). Rápidamente se extendieron en toda esa república con florecientes obras de beneficencia y educación. Algunos años más tarde, solicitadas para una fundación en el Perú́, un grupo de religiosas pasó a la ciudad de Trujillo (1898) donde iniciaron el Colegio «Santa Rosa» que fue el primero de una serie de centros de educación. El 4 de noviembre del 1894, la hermana cae gravemente enferma. El 16 de noviembre de 1894, después de 12 días de gravedad, su alma se abrió como una flor para el cielo. A la edad de 68 años y 31 de profesión religiosa, dejó el invierno de la tierra, para ingresar a la primavera eterna de la felicidad del cielo.

BEATO JACINTO MARÍA CORMIER

Nació en Orléans (Francia) el 8 de diciembre de 1832. Su primera formación en la fe la recibe de su familia, especialmente de su madre de quien recibió el primer ejemplo de vivir en virtud y piedad que no se borró nunca de su vida. En su escuela descubrieron sus excepcionales cualidades artísticas, especialmente para la música y el canto. Conoció a los frailes dominicos, le impactó el seguimiento de Jesucristo al estilo de Santo Domingo de Guzmán, tomó el hábito y desde entonces su nombre sería Jacinto María. Al terminar sus estudios de teología fue ordenado sacerdote el 17 de mayo de 1856. La muerte de su hermano hizo que su vida diera un gran giro. Según sus condiscípulos, esta conversión o cambio reveló su gran valor intelectual, la profundidad de su personalidad y su verdadero carácter: “ausencia de vulgaridad, ningún ruido en la conversación, alegre, reservado, prudente y nada de brusquedades ni contrastes”. Poseía una prudencia audaz, iluminada por la fe, regulada por la caridad y difundida en la bienaventuranza de los misericordiosos. La piedad y la caridad fueron las dos características de la personalidad de nuestro Padre Cormier, unidas a una gran sencillez y generosidad. Sus hermanos le llamaron “el hombre de la Providencia”. Estando en Toulouse conoce a madre Eduviges Portalet y a las hermanas de su comunidad quien ayuda a la fundación de la Congregación afiliada a la Orden de Santo Domingo. A los 6 años de edad Domingo recibe educación de su tío que es Sacerdote; al cumplir los 14 años de edad viaja a Palencia para realizar Estudio General de artes liberales, es decir, todas las ciencias humanas y sagrada teología; el joven Domingo se entregó de lleno al estudio de la teología. Eran tiempos de continuas guerras, de pronto una gran hambre sobrevino a toda aquella región de Palencia. Domingo se compadeció profundamente de los pobres y les fue entregando sus pertenencias. Llegó el momento que solo le quedaba lo que más apreciaba, sus libros. Entonces pensó: "¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas (pergaminos), cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?". Entonces vendió sus libros para aliviar en algo el hambre de la gente; con este noble acto, Domingo conmovió a la ciudad de Palencia de manera que se produjo un gran movimiento de caridad para ayudar a los más pobres que morían de hambre. A los 25 años Santo Domingo fue ordenado sacerdote, siendo designado luego a trabajar con el Obispo de Osma. Poco tiempo después, (1203), el Rey Alfonso VIII le pidió al Obispo de Osma, que viaje a Dinamarca para coordinar y arreglar el matrimonio de su hijo Fernando con una dama, perteneciente a la nobleza de Dinamarca. El Obispo aceptó tal pedido y como compañero de viaje llevó a Domingo. En ese viaje nuestro Padre Santo Domingo quedó preocupado al constatar cómo la gente era engañada y alejada de la Verdad de la Fe, a causa de las mentiras de los herejes (los cátaros, albigenses, valdenses). Por ello Santo Domingo en 1207, con algunos compañeros, entre ellos el Obispo de Osma, se entregó de lleno a la vida apostólica, Predicando la “Verdad de la palabra de Dios”, viviendo de limosnas, que diariamente mendigaba, renunciando a toda comodidad, caminando a pie y descalzo, sin casa ni habitación propia en la que retirarse a descansar, sin más ropa que la puesta, pues su única riqueza siempre fue Cristo. En efecto, comprendiendo la necesidad de instruir a aquellas gentes que caían en las herejías, determinó fundar la Orden de Predicadores, dispuestos a recorrer pueblos y ciudades para llevar a todas partes la luz del Evangelio. Santo Domingo fue ejemplo de sencillez, humildad, honestidad y ferviente predicador de la Palabra de Dios. Fue además un gran amigo de San Francisco de Asís, con quien compartía el profundo amor a Dios, a la Virgen María y al prójimo. Murió en Bolonia, rodeado por los frailes el 6 de agosto de 1221 a quienes antes de morir les pidió ejemplo de Obediencia y comunidad. Fue canonizado por Gregorio IX en 1234. El Papa dijo: "De la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo".

FRANCOISE LOHIER

Nació el 24 de enero de 1839 en Bretaña, Francia, en el seno de un hogar católico. En Marsella conoce a las hermanas de María Inmaculada, las frecuenta, y solicita hacer la experiencia en la comunidad de Toulouse para hacer un serio discernimiento vocacional. El 9 de enero de 1867 llega Francoise a Toulouse y es acogida por la comunidad. El 24 de mayo de 1869 fue la toma de hábito, tenía 30 años cuando decide unirse al proyecto de Eduviges Portalet, después de hacer su discernimiento en la comunidad de Toulouse, se abandona totalmente a la Voluntad de Dios, desde el 3 de octubre de 1869 acompaña a Madre fundadora, siendo testigo excepcional y cofundadora de la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción. El 9 de octubre de 1869 pronunció sus primeros votos de pobreza, castidad y obediencia para unirse en esta familia religiosa y para hacerse predicadora de la Verdad y portadora de la Luz de Cristo. El 21 de mayo de 1877 hace su profesión perpetua, recibiendo de manos del Arzobispo los votos que le unirán al Esposo Divino. Trabajó incansablemente junto a Madre Eduviges en la realización del proyecto de la Casa Madre, primer local propio de la Congregación, en la calle Montplaisir 13, el calendario señalaba el 24 de noviembre de 1870 como el día de la bendición del nuevo hogar, donde funcionaron un taller para jóvenes ciegas y una escuela para niñas sin ceguera. El 8 de diciembre del 1884 estuvo presente en la afiliación a la Orden de Predicadores, tomando como nombre propio, Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción. Conoció muy de cerca al Padre Jacinto María Cormier, como consejero, amigo y benefactor, escribiendo con su puño y letra de este santo varón, “Desde este día consideramos al Padre Cormier como nuestro fundador”. (Françoise Lohier.) Madre Francoise Lohier continuó escribiendo el cuaderno Memoria de la Madre fundadora, donde ella escribía para su familia religiosa la historia de la familia espiritual. El 20 de diciembre en Mazéres de 1894 la comunidad reunida en pleno, presidida por el Obispo de Pamiers elige a Madre Françoise Lohier como primera sucesora de Madre Eduviges Portalet como Priora General de la Congregación. Considerando la situación anticlericalista de Francia, en previsión de ser expulsadas y para extender el reino de Dios, funda en 1905 una Casa para ciegas en San Sebastián, España. Recibe durante su Priorato la aprobación definitiva de la Congregación el 15 de setiembre de 1910, concedida por el Papa Pio X. Dirigió los destinos de la familia religiosa hasta el Capítulo General de 1920, donde fue elegida la Madre Marié du Sacré Coeur Monnier como tercera priora general de la Congregación. Después de ardua y fecunda tarea apostólica parte al cielo el 16 de abril de 1925 en Pompignan, a los ochentaisiete años de vida y cincuenta y seis años de vida religiosa.